miércoles, 3 de noviembre de 2010

-Y tú, ¿por qué me besaste?
-Porque quería casarme contigo.
-...¿Ya no quieres?
-No... si, si, claro que sí. Pero pensé que si no nos besábamos con quince años, ¿cómo iba a conseguir casarme contigo? Por algo tenía que empezar.
-...
-Te quiero.
-Pero... ¿por qué me lo dices de repente?
-Porque sí. Es lo que siento, es lo que siento en todo momento hacia ti, y quería recordártelo. Y no aguanto más estar a un centímetro de ti, voy a tocarte.
-Prométeme que nunca nos vamos a separar.
-Te lo prometo.
-Voy a escribirte en una carta lo mucho que te quiero, para que no se te olvide nunca, y tú.. podrías hacer lo mismo.
-¡Me parece bien! Además esa carta irá en un sobre, el cual meteré en una caja, la cual meteré en un cajón, así me aseguraré de no perderla, y algún día, cuando tengamos muchísimos momentos juntos congelados en fotografías, cogeré todas y las guardaré junto a la carta. Serán fotos en las que salgamos muy muy muy guapos, sobre todo yo, otras en las que salgamos feísimos, aunque de esas ya tengo unas cuantas, fotos sonriendo, desprevenidos, fotos en la playa, fotos desnudos... Y por si por cualquier circunstancia nos separamos, espero abrir un día esa caja y recuperar en mi mente cada segundo que he pasado a tu lado, y entonces, acordarme de lo mucho que te echo de menos, y marcar tu número de teléfono, el cual también me apuntaré y guardaré, así que no te lo cambies. Te llamaré para recordarte que sigo estando aquí, y volver a vernos, y que vuelvas a enamorarte de mí. Prométeme que tú un día de repente, te volverás loco buscando tu caja entre el desorden de tu habitación y también me llamarás si no lo he hecho yo antes. Todo esto, si por un casual, resulta que nos separamos.
-Vale, pero ese no es el pacto. Te repito que quiero tenerte a mi lado para siempre. Quiero verte el último día de mi vida.
-Yo también.
-Me temo que eso no va a poder ser. Nosotros, los chicos, siempre nos vamos antes...
-Mentira, te lo acabas de inventar. De todos modos, seguiría saliéndome con la mía, porque si se te ocurre abandonarme antes, será cuando tengamos lo menos ciento tres años, y por lo tanto, después de casi treinta y seis mil quinientos veinticino días que habré compartido contigo, creo que no podré pedir nada más, así que, me mataré a tu lado.
-No digas tonterías.
-Lo digo muy enserio, pero para eso todavía falta mucho. Mientras tanto, podríamos ir planeando como asegurarnos de que nunca nos vamos a separar. He pensado que ahora, mientras estudiamos, podríamos alquilar un piso juntos, todo sería genial. Por las mañanas te dejaría una notita en el frigorífico pidiéndote que hagas la compra, o recordándote que tu madre te llamó cuando no estabas y te acuerdes de llamarla tú. Te prepararía la comida y te la pondría en un táper, y siempre que llevases tan sólo quince profundos minutos de siesta, iría corriendo y saltaría sobre ti para despertate. Y podríamos hacer el amor por la mañana, por la noche, por la tarde, al medio día, en la madrugada, de pie, sentados, acostados... en la cocina, el salón, la habitación o la ducha, donde quisieras. Y nos dormiríamos siempre pegados el uno al otro, y tú, seguro que algún día te levantarías antes de lo normal para traerme el desayuno a la cama y parecer amable. También podríamos comer chocolate, hamburguesas de pollo y palomitas con mantequilla mientras viésemos la televisión, y mil cosas más que sólo tú y yo entendemos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario