En mis pesadillas infantiles siempre estaba corriendo: trataba de escapar de un monstruo, o de un perro rabioso, o de un jugador de rugby con cara de neandertal y sin dientes. Solía despertarme justo antes de que me cogieran. No me sentía a salvo por ello. Es lo malo de las pesadillas, que no se resuelve nada. Nos despertamos en la mitad de la caída, o justo antes de que estalle la bomba, o completamente desnudos en un lugar público.
sábado, 14 de agosto de 2010
En mis pesadillas infantiles siempre estaba corriendo: trataba de escapar de un monstruo, o de un perro rabioso, o de un jugador de rugby con cara de neandertal y sin dientes. Solía despertarme justo antes de que me cogieran. No me sentía a salvo por ello. Es lo malo de las pesadillas, que no se resuelve nada. Nos despertamos en la mitad de la caída, o justo antes de que estalle la bomba, o completamente desnudos en un lugar público.
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